En la actualidad, España es uno de los países con mayor esperanza de vida del mundo (83,4 años) solo superado por Suiza (83,7 años) y Japón (84,1 años) (https://ec.europa.eu/health/sites/health/files/state/docs/2019_chp_es_english.pdf; http://www.oecdbetterlifeindex.org/es/), hecho que ha producido un aumento relativo en el número de personas de más edad. Esta pujante longevidad que muestran las estadísticas está redefiniendo los roles y la imagen de las personas mayores en muchos países, escenario al que España no podía ser indiferente. En este contexto, no hay que perder de vista que el principal desafío que enfrentamos es entender que esta posibilidad de vida más larga y satisfactoria es un logro de todos y tiene inmersa una gran oportunidad de desarrollo en aspectos que aún no han sido explorados por el ser humano. Y es en este marco en constante movimiento, donde cobran especial importancia las relaciones sociales que ayudan a mantener tanto la salud física y emocional, como la capacidad funcional y cognitiva de las personas mayores.
Esta línea de pensamiento también es aplicable al efecto que tienen las relaciones sociales sobre el envejecimiento activo, entendido como el proceso que permite a las personas alcanzar metas o estados deseados (salud, ausencia de sentimiento de soledad, menor discapacidad, etc.). Actualmente se considera que las relaciones sociales afectan a la longevidad a través de mecanismos como la influencia social, el propósito y el significado basados en roles, la autoestima, la pertenencia y el compañerismo. Para ello las personas mayores deberán formar parte de una red de relaciones sociales donde proyecten sus intereses y metas.
Para conocer cómo las relaciones sociales influyen o determinan el estado de salud de las personas mayores, se estudió una muestra de 5583 personas representativas de la población española de 50 o más años que participaron en la oleada 6 de la encuesta de Salud, Envejecimiento y Jubilación en Europa (SHARE) (http://www.share-project.org), constituyendo el trabajo final del Máster de Salud Pública de la autora, Mariela Silberman Beltramella, dirigido por las investigadoras del proyecto QASP Alba Ayala y Carmen Rodríguez-Blázquez.
En este estudio se observó que la no percepción de soledad, presente en el 67,3% de los encuestados, es un importante determinante del estado de salud física y mental, tal como lo mencionan diversos estudios (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4838704/; https://www.researchgate.net/publication/255686063_Chen_Y_Feeley_T_H_2014_Social_support_social_strain_loneliness_and_wellbeing_among_older_adults_An_analysis_of_the_Health_and_Retirement_Study_Journal_of_Social_and_Personal_Relationships_312_141-161 ; https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25910392/). Se manifiesta así la vinculación de la soledad con importantes resultados en salud y bienestar como son la capacidad funcional (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3303190/fbclid=IwAR3W1Qw6vUY5aW9wHIvOoA39Jkor78hdM_ibA1ugdxnmw9Q6D0veErqjFqk), el deterioro cognitivo (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5156491/), las enfermedades cardiovasculares (https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/27091846/), la salud autopercibida y la mortalidad. Esta aproximación contribuye a remarcar la importancia del sentimiento de soledad a medida que vamos envejeciendo y la necesidad de un buen manejo de este para poder disfrutar plenamente de esos años.
De igual manera, en los modelos bivariados las personas con un mayor número de amigos obtuvieron mejores puntuaciones en capacidad funcional. En este terreno nuestros resultados apuntan a que tener un mayor número de miembros en la familia se asocia con una mejor salud física y emocional, menor soledad (https://www.researchgate.net/publication/255686063_Chen_Y_Feeley_T_H_2014_Social_support_social_strain_loneliness_and_wellbeing_among_older_adults_An_analysis_of_the_Health_and_Retirement_Study_Journal_of_Social_and_Personal_Relationships_312_141161) y un menor deterioro cognitivo, ya que la red familiar y social proporciona apoyo en las actividades de la vida diaria y afecta positivamente a la satisfacción con la vida. Nuestros resultados muestran también que la mayor parte de los encuestados (95,03%) refirió tener presente en su red social de 1 a 5 miembros de su familia. Esto evidencia el papel predominante que tiene la familia en los países mediterráneos y cómo este contexto cultural influiría en el modelo de relaciones sociales de las personas mayores en España. Esta disponibilidad de fuertes lazos y tradiciones de apoyo familiar podría ser tomada en cuenta como base al diseñar futuras políticas sobre envejecimiento, sobre todo en el establecimiento de acciones que no solo refuercen los vínculos familiares, sino que posibiliten por ejemplo servicios de ayuda o flexibilidad laboral para aquellas familias que deseen mantener la convivencia con sus mayores.
Este estudio sugiere que es necesario el desarrollo de políticas en salud pública focalizada no solo en reducir riesgos de enfermedad sino en promover aquellas acciones sobre esos determinantes de relaciones sociales que fomenten la salud de las personas mayores propiciando una implicación multidisciplinar. El diseño de intervenciones desde atención primaria en la detección precoz de grupos en riesgo de soledad, ofrecer apoyo desde el trabajo social hacia aquellos mayores más solos y que carecen de ayuda en sus redes sociales, y promover actividades saludables que posibiliten el inicio y fortalecimiento de amistades y otras relaciones sociales en cada una de las etapas de la vejez son posibles soluciones al problema de la soledad de las personas mayores que podrían favorecer un buen estado de salud durante esta etapa. En definitiva, habría que favorecer espacios sociales que promuevan aquello que ha caracterizado siempre a España, como son su amplia red social y la cercanía de sus vínculos, principalmente los familiares.
Quizás el desafío más importante que nos planteamos a partir de ahora es cómo potenciar el valor agregado de las relaciones sociales para mejorar la salud y contribuir de esta manera al envejecimiento activo.
Mariela Silberman Beltramella es Médico Residente de Medicina Preventiva y Salud Pública. Hospital La Candelaria. Santa Cruz de Tenerife
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